En este episodio entrevistamos a Pedro Lambertini, reconocido chef quien además es fanático de recorrer la ciudad a bordo de su Brompton, la que además formó parte de uno de los programas de televisión que condujo. Nos contó cómo se convenció de moverse de esta manera, sus experiencias en otros países y como se siente cuando pedalea por la ciudad en una entretenida charla.
Hablamos también con el cicloviajero Fede «Pikin» Martinez, que se encuentra en Chubut en medio de una travesía que lo tiene pedaleando la patagonia desde diciembre. Nos contó sus experiencias y aprendizajes en los distintos viajes que emprendió, cómo vive la experiencia en este y lo que le depara el futuro en esta aventura.
Federico «Pikin» Martinez – Foto: facebook
Continuamos palpitando el 10mo. Foro Mundial de la Bicicleta en Rosario y conversamos con Dafna Nudelman, «la loca del taper», quien estará a cargo de la apertura de este importante evento.
En las noticias, novedades en la movilidad de CABA y Rosario.
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En su columna sobre Cicloturismo, Natalia Ramos nos trajo un completo resumen de herramientas y consejos para planificar una salida como cicloturista.
Desde aplicaciones útiles para conocer los caminos a recorrer hasta talleres dictados por expertos cicloturistas y documentales para contagiarse el espíritu aventurero.
Wikiloc
Es una plataforma colaborativa para descubrir y compartir rutas al aire libre a pie, en bici y de muchas otras actividades.
Seguramente habrás visto la foto de algún mural callejero en una revista o en algún sitio. Alguna casa con algún estilo clásico, algún edificio icónico de la arquitectura moderna. O quizás simplemente una calle empedrada con una arboleda frondosa que te traslada automáticamente a otra dimensión urbana.
¿Dónde está todo eso? ¿Cómo los ven? ¿Quiénes los descubren?
Si algo tiene la bicicleta en la ciudad es que te conecta de una manera especial con ese entorno que está ahí esperando ser descubierto. Pero es necesario hacer el ejercicio de “cambiar el chip” y agudizar los sentidos.
Quienes durante años nos acostumbramos a movernos en auto o en colectivo, nos cuesta corrernos de ese foco de monotonía que provoca el camino. En uno porque es imposible perder la concentración en lo que está adelante, en el otro porque lo fijo del recorrido impide ver más allá. Ni hablar de la introspección que nos genera el subte.
Foto: M.A.
Pero la bici es distinta. Tiene la flexibilidad de poder moldear el camino a las ganas de perderse y la facilidad para desviarse con sólo proponérselo. Tiene la velocidad justa para poder llevar la mirada más allá sin ponernos en peligro y la ausencia de carrocerías que nos limiten la visión de 360º.
Y ahí, cuando uno empieza a mirar más alla, aparece eso que parecía escondido.
La bicicleta marida perfectamente con ese espíritu de descubrimiento. Y la ciudad ofrece eso que estabas buscando (o que no estabas buscando pero de repente lo encontraste).
La vas a ver en la grandilocuencia y majestuosidad de un edificio histórico del centro. En la belleza y color que transmite alguno de los muchísimos murales que están en las paredes. La vas a encontrar en una pegatina, esa que cuando mirabas todos los días parecía una pared sucia y descuidada pero al detenerse para apreciarla cobra otro sentido. En la reserva ecológica metiéndote por sus caminos y senderos, adentrarse y apreciar la naturaleza que a veces nos parece tan esquiva. En San Telmo encontrando un pasado que se muestra a flor de piel. Atravesando una plaza o un parque, descubriendo los árboles y flores que le tiñen de color el piso y regalan su aroma al aire. En un monumento, que de otra manera sólo hubieras visto como un obstaculo a esquivar. Llegar a Ciudad Universitaria, a donde se proyectó el Pabellon 4 y contemplar esas columnas a la intemperie, intervenidas con pinturas callejeras para darles otro sentido, como salidas de una película distópica. Hasta situaciones tan cotidianas como un tren cruzando en un paso a nivel, una madre llevando a su hija en bicicleta o dos abuelos de la mano mirando el horizonte puede convertirse en una escena urbana que querramos retratar.
Foto: M.A.
Porque en esta época de registros digitales, redes sociales y publicaciones, eso que se encuentra queda hecho foto, “instagrameado” para la posteridad. Y aunque mañana ese mural desaparezca o lo reemplacen por otro. Aunque esa casa tan típica se convierta en un edificio monótono e insulso, o simplemente el paso de los días, meses y años haga su trabajo quitándole el brillo a los colores y la definición a los trazos. Habrá quedado un registro en una foto, en la posibilidad de volver a descubrirlo y jugar al “antes y después” reviviendo y comparando cómo la dinámica del paso del tiempo juega con el entorno que nos rodea.
La bicicleta es el vehículo perfecto para proponerse descubrir una ciudad que la vorágine diaria, la rutina y las preocupaciones nos oculta. Y cuando nos acostumbramos a mirar con ese “gran angular” que somos cuando conducimos la bici damos cuenta de lo mucho que nos queda descubrir de esos lugares por los que ya pasamos millones de veces y vimos sin poder apreciar.